sábado, 4 de enero de 2014
El pequeño pelirrojo parecía haber tranquilizado su tierno corazón, él -a diferencia de mi- sentía la muerte de alguien que conocía; aunque quizá sus razones fuesen más allá de todo eso, quien dice que no. Pero, en este mismo instante, nada en mis pensamientos podría enfocarse en otro ser que no fuese la dulce criatura entre sus brazos. ¿por qué me tranquilizas tanto? solo tenerte junto a mi. Respiré profundo, sintiendo el dulce aroma que de él provenía; estaba hipnotizado, completa y totalmente loco ante alguien como él.
De repente, se apartó de mi lado, fijando sus hermosos y tiernos ojos en los míos, se junto de nuevo a mi lado, mostrando su voz en mis oídos. -Lo siento por no haberme dado cuenta antes- Le miré, confundido, sin poder entender lo que salía de sus labios. El motivo de la disculpa me era extraño, después de todo, no es que fuese realmente grave; es entendible que un corazón sensible muestre dolor con tanta facilidad. Pegó -sorpresivamente- sus labios en mi; la dulce sensación de su cuerpo cerca de mi. ah demonios. Intenté decirle algo, pero antes de que pudiese darme cuenta él se estaba alejando de mi. -será que siempre terminó en estás condiciones- tu te vas, y yo me quedo.
Habían pasado dos años, Hana había tenido dos hijos, muy hermosos y dulces, al igual que ella. Yo en cambio, no podría resumir mis avances o mis contrarios, después de todo las cosas que me rodeaban no habían cambiado demasiado; solo el pequeño dulce me era importante, y no venía a verme con frecuencia; además, el ser maestro de escuela no ayuda mucho para los encuentros; el trabajo es mucho y el tiempo poco. ahora que recuerdo, hoy es su cumpleaños ¿verdad?.
Intenté ahogar mis penas con el poco aire que me rodeaba; cuando -en medio de mi tranquilidad- el sonido de mi celular se hacía bastante estruendoso. La voz que sonó detrás del aparato, no me dejo pensar en las acciones. Fui donde él se encontraba; tierno como siempre, se acercó a mi con timidez. Se lanzó a mis brazos en cuanto tuvo la oportunidad, correspondí a aquellos brazos, ansioso, feliz. Te extrañaba junto a mi. Le oí llamarme, seguido del tan acostumbrado rojo en sus lindas mejillas; quise reír, pero logro acallarlo por un segundo. -T-Te...q-quie...ro...De verdad,ya lo he entendido.¡L-Lo siento por ser un niño tonto! Al final,sí que lo soy...¿T-tú también...? Es decir,¿t-te gsutó? ¡Lo siento! S-Soy...muy..- no, no podía ser que estuviese alucinando a estas horas de la tarde. Le miré, sin decirle nada, no pude asimilar aquellas palabras que tan desesperadamente quería oír. Intenté abrir mi boca, pero me fue completamente imposible. Unos pasos inexpertos hacia mi fueron suficientes para hacerme perder la poca compostura que aun me quedaba. Tanto así... Me acerqué a su lado, lenta, pausadamente. Posé una mano sobre su hombro, acercando mi rostro al suyo, le miré por un leve segundo, pegándome a él al siguiente instante. Apoyé mis labios sobre los de él, ansiosas, desesperados por sentir la hermosa calidez que habría perdido, lo único que me volvía completa y totalmente loco. Está vez, a diferencia de los simples roces que siempre le habría mostrado, deje de contener todo el deseo que recorría mi cuerpo, jugué con sus labios, con su boca, con su lengua; seguramente le sería difícil seguir el ritmo que había adquirido, pero eso no pasaba por mi mente. No le dejaba respirar, le aferraba a mi, con cariño. -no sabes cuanto he esperado oír esas dulces palabras- susurré, apartándome de él, tomando entre mis manos su cintura. -te quiero- tomé su linda carita entre mis dedos y regrese a sus labios con velocidad. Ya no podría detenerme.
Tomé su mano y le subí a mi auto, comencé a conducir, sin escuchar sus tiernas preguntas. Llegamos a mi casa, le miré sonriendo, aferrando su cuerpo a mi. -he aguantado demasiado tiempo- susurré, besando sus oídos. Bajamos de auto, él continuaba mostrando esos hermosos ojos de confusión. Tomé su muñeca y le tiré dentro, abrasando su cuerpo con demasiada fuerza. -dime que pare si no quieres- Besé, delicadamente, sus labios, dándole la oportunidad de detenerme en cualquier segundo, no me permitiría hacerle daño, ni siquiera de la manera más pequeño. He esperado dos años para tenerle junto a mi, desde ahora tengo mucho más tiempo. Besé su cuello, escuchando la hermosa y agitaba voz del pelirrojo -Mark- llame, esperando su respuesta.
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