—— no lo sé —— me respondió, haciendo lo posible por ocultar una risa.
Y eso que el día inició normal... Es cierto que el asunto tomó un giro bastante inesperado. Una fiesta que prometía ser un lujo de la sociedad, terminó por convertirse en el perfecto escenario de una novela de misterio.
Un asesinato a habitación cerrada
Inga sonrió, jalando de mi chaqueta. Él, a diferencia de todos los presentes, reía; demostrando que la muerte de un ser humano le era completamente indiferente. Hizo unos cuantos pasos lejos de mi, acercándose al cuerpo tendido en el suelo.
—— Está muerto —— Confirmó.
—— Lo sé ——
Mi mirada recorrió los ojos de todos los presentes. Aclaré mi garganta, llamando la atención de los posibles asesinos, y me dispuse a continuar.
—— La víctima fue encontrada en su propio cuarto; —— Paré, no porque no supiera los detalles del crimen, sino porque me resultaba imposible el método que se utilizó. -La habitación cerrada- es algo que solamente se ve en películas de ficción y, como no deseo traicionar a mi razonamiento, no puedo asegurar que algo tan absurdo como eso haya sucedido. —— completamente cerrado ——
—— Eso ya lo sabemos —— La esposa de la actual víctima, tan tranquila y desinteresada; haría pensar a cualquiera que ella es la culpable. Pero me temo que, por más que la idea de verle en la cárcel me sea agradable, no es posible que haya cometido el acto.
—— Habitación cerrada; como bien dice su nombre, nadie pudo entrar ni salir de ella —— Respiré profundo, tratando de calmar los acelerados latidos de mi corazón. No hay que negar que las circunstancias acababan con la poca paciencia que recorría mi ser, pero tampoco me permitiría dejar que todo se escape entre mis dedos. Levanté la mirada, buscando a mi querido amigo.
—— Inga, ¿Encontraste algo? —— Solo me sonrió, quitando sus ensangrentadas manos del cuerpo y volviéndose lentamente hacia mi.
—— no hay signos de fuerza, no hay heridas, no hay nada —— Dijo. Por un segundo, creí que estaba bromando, incluso intenté reprimir una risa. Pero, cuando logré conectar con su inexplicable mueca de gusto, pude darme cuenta de que decía la verdad. Imposible... Si las cosas continuaban de ese modo, la poca cordura que quedaba en mi cuerpo desaparecería sin dejar rastro.
Un asesinato a cuarto cerrado, la puerta solo se cierra por dentro, no tiene ventanas, y ahora, no hay signos de fuerza.
—— Un veneno, quizá —— Murmuró Violeta, la menor de las hijas de recién fallecido. Al mirarle, noté que sus ojos se dirigían inevitablemente a su querida hermana mayor; una doctora muy reconocida en la sociedad.
Ignorando su presencia, sus palabras; cerré mis ojos, dispuesto a repasar las piezas recolectadas en mi memoria.
Primero: El hallazgo del cadáver.
Quien dio el grito alertador, fue la querida Violeta, a quien encontramos golpeando frenéticamente la puerta de la habitación de su padre, argumentando en gritos que este no respondía a ningún llamado. Segunda en partido, Debrah, su esposa y su hijo Halé. Luego, todos los invitados en la fiesta llegamos juntos a la escena del crimen. Por eso y por más, todo ser en este cuarto queda fuera de sospecha.
Segundo: El estado del cuerpo.
Derribando la puerta, pudimos adentrarnos en el caos. El hombre se encontraba tirado sobre su cama, sin signos de haber sido forzado a nada, ni siquiera tenía cortadas. La falta de oxigeno fue la única explicación a la pude llegar, pero no puedo evitar sentir que algo se me escapa entre las manos.
Tercero: Objetos desconocidos en el cuarto.
Inga revisó los medicamentos, pero no hay recipiente vacío que confirme la teoría del veneno, por lo tanto, la he dejado de lado. Y, de igual modo, la querida hija mayor del hombre ha quedado fuera de sospecha; tanto por haber llegado al mismo tiempo que yo, como por el tiempo y las evidencias. Si hubiese sido la culpable, no habría tenido el tiempo suficiente para recoger todos sus elementos, dejando aunque sea la mínima de las pistas.
Por otro lado, junto a la cama, encontramos una goza de goma negra, sus extremos parecían casi arrancados por la fuerza, por lo que supuse que es el arma homicida. El único problema recae en que es imposible utilizarlo sin dejar marcas.
Cuarto: La habitación.
Sin ventanas ni salidas de aire, solo una puerta que se cierra total y exclusivamente por dentro. Tiene cuatro paredes, pero con el detalle de que una de ellas está compuesta completamente de vidrio trasparente, y está justo detrás de su cama. Puesta quizá, por la falta de visibilidad hacia el exterior. Por otra parte, su paisaje no constaba de mucho, solo de un cobertizo a pocos metros de su cuarto.
Sin embargo; hay algo que logró llamar mi atención, un detalle importante. Ya que la entrada de aire de este cuarto se veía limitada, el hombre mandó a hacer una pequeña abertura en la parte superior de vidrio, tan pequeña, que solo un alambre puede cruzar por ella.
Abrí mis ojos nuevamente, cansado, sintiendo las miradas de desesperación que todos sostenían hacia mi. Solo uno de ellos permanecía indiferente, sonriendo. —— Inga —— Llamé al pequeño que, desde el principio, se ha estado divirtiendo. —— Dime, ¿Qué me estas ocultando? —— Lo sabía.
El pelirosa río, caminando en breves brincos hacia el cuerpo. Elevó una mano y la colocó en dirección al cuello de la víctima; al principio no pude comprender sus acciones, más cuando presencié el desprendimiento de su cabeza, algo en mi respondió. Sentí asco y cubrí mi boca con una mano. Lo estaba ocultando... Inga fue el único quien se dio cuenta de este hecho, es por eso que no quería decírmelo. Respiré profundo.
—— ¡El se suicido! —— Debrah alzó la voz. Contradiciendo la actitud de todos los presentes, la dama no prestaba ningún síntoma de descontento ni angustia, demostrando por segunda vez, que el fallecimiento de su marido no era más que una excusa para comenzar a repartir sus bienes.
—— ¿Por qué lo dice? —— Pregunté —— Está decapitado, es obvio, lo hizo con su espada —— Mis ojos siguiendo el dedo de la mujer, cayendo en la cuenta del objeto que colgaba sobre un mueble.
—— Es cierto, él la guardaba como un tesoro —— Agregó Nathaniel, pálido por el estado de su tío.
—— Entonces... —— Iris, su hermana. —— Si se suicidó ——
En estas situaciones la respuesta más clara siempre será el suicidio. La única forma en la que un hombre puede, encerrado, quitarse la vida. Si nadie pudo entrar, si nadie pudo salir, incluso yo mismo diría que recurrió a ese método. Pero, no fue así.
Di unos cuantos pasos hacia Inga, indicándole con la mano un lugar al que quería que fuera. El pequeño asintió, retirándose de la habitación. Me dediqué a observar a los aun posibles sospechosos, recapacitando en mi mente todo lo sucedido. Me distraje lo suficiente para no darme cuenta del instante en el que la puerta se volvió a abrir. Inga vino hacia mi, entregándome su hallazgo y, confirmando mis sospechas.
—— Díganme algo —— Sonreí, acercándome a la espada en la pared. Ahora, tenía nuevas pistas.
Primer: La habitación completamente cerrada, que solo puede abrirse desde dentro.
Segundo: La pared de vidrio en la parte trasera de la cama, con una pequeña abertura en la parte superior, tan pequeña como un cable.
Tercero: Una espada manchada de sangre que parecía seca, pero solo en la extremo del filo, todo lo demás, está completamente limpio.
Cuarto: La tira larga de goma, con los extremos arrancados con fuerza.
Quinto: El cuerpo decapitado.
Sexto: Todos los presentes llegamos juntos a la habitación, excepto Violeta, Debrah y Halé. Pero, al estar la habitación cerrada por dentro, a cualquiera de ellos le habría sido imposible entrar y salir.
Séptimo: El cobertizo a pocos metros del cuarto de la víctima.
Octavo: Una tira de goma encontrada en el cobertizo, por mi querido Inga.
Noveno: Un alambre encontrado en el mismo lugar, por la misma persona.
Decimo: Y finalmente, unos pequeños ganchos en cada esquina del techo.
Segundo: La pared de vidrio en la parte trasera de la cama, con una pequeña abertura en la parte superior, tan pequeña como un cable.
Tercero: Una espada manchada de sangre que parecía seca, pero solo en la extremo del filo, todo lo demás, está completamente limpio.
Cuarto: La tira larga de goma, con los extremos arrancados con fuerza.
Quinto: El cuerpo decapitado.
Sexto: Todos los presentes llegamos juntos a la habitación, excepto Violeta, Debrah y Halé. Pero, al estar la habitación cerrada por dentro, a cualquiera de ellos le habría sido imposible entrar y salir.
Séptimo: El cobertizo a pocos metros del cuarto de la víctima.
Octavo: Una tira de goma encontrada en el cobertizo, por mi querido Inga.
Noveno: Un alambre encontrado en el mismo lugar, por la misma persona.
Decimo: Y finalmente, unos pequeños ganchos en cada esquina del techo.
—— Si la espada fue el arma homicida, entonces, —— Paré, gozando mi pensar —— ¿Por qué solo tiene sangre en el extremo filoso, solo en la punta? —— Todas las miradas se volvieron de miedo, como si el verdadero culpable proyectase sus sentimientos en todos los demás.
—— Para evitar dolor —— Escuché. Mis ojos recorrieron toda la habitación, deteniéndose en la querida Debrah.
—— ¿De qué manera? ——
—— Por miedo, mi esposo empuñó el extremo de la espada contra su cuello, y fue cortando de manera en que solo la punta fuese usada —— Argumentó.
—— Si lo haces lento y preciso, es posible hacerlo —— Hablaba Halé, apoyando las palabras de su madre.
—— Es cierto, pero —— Mi ego estaba al punto en el que quería presumir todo en mi. No me dejaría derrotar por idiotas como lo son en está familia; daría con el asesino y expondría a luz firme este crimen. —— ¿Alguien que se esta suicidando sería tan cuidadoso de su método? —— Vi temblar las manos de la dama, seguidas de un grito enloquecido. Ignoré su voz y me dispuse a continuar.
—— ¿Qué me dicen, si les dijera que la espada tenía sangre mucho antes de que el asesinato ocurriese? —— Escuché sus -imposible- y sus -es usted un estafador-, antes de elevar mis manos hacia el dichoso objeto. Lo tomé con cuidado y comencé a pasar mis dedos por el arma, comprobando ante los ojos de todos que la sangre no se esparcía. —— ¡Está seca! —— Río Inga.
—— Si, lo está —— Confirme. Tiré la espada sobre la cama.
—— Les diré, como fue asesinado —— Los gestos, las miradas, las muecas; toda acción se vio confundida por mis inapropiadas palabras.
—— Esta, es al arma homicida —— Elevé en mis manos el hallazgo del joven Inga.
—— Este alambre —— Dije, sonriendo satisfactoriamente. —— ¡Qué dice! ¡Eso es imposible! —— Gritó Debrah. Solo le miré, sin decir nada más.
—— El asesino ató al alambre entre tiras de goma reforzada —— Con cada letra que salía de mis labios, los presentes se impacientaban más y más, queriendo y rechazando mi teoría. Sonreía, tomando ambos trozos de goma, uno encontrado en la habitación y otro en el cobertizo, y comencé a atarlos al alambre que, también se hallaba en ese lugar. —— Ven —— Dije, estirando ambos. —— Si es con algo como esto, es fácil cortar el cuello de alguien si dejar marcas —— Pensé por un segundo que el caso terminaría allí, pero lo que decía no parecía suficiente para las personas en aquel cuarto, principalmente, para la esposa del fallecido.
—— ¡Y como! Dígame, ¿Cómo es que solo una tira de goma terminó aquí y lo demás estaba en el cobertizo? —— Dudaba, realmente dudaba de mi —— ¿Y cómo asegura que no son simples materiales? ——
Orgulloso de mi mismo, me vi obligado a continuar mi explicación.
—— Los ganchos en las esquinas del techo, están de mi lado —— No era tiempo para bromas, pero no pude evitar el deseo de regocijarme ante tanta ignorancia.
—— De forma anticipada, el culpable colocó esos ganchos en las cuatro esquinas del techo y ató arriba el arma del crimen. ——
—— Entonces. Si es cierto que las colgó, entonces, ¿Cómo hizo que estás le mataran sin estar en la habitación? —— Los ojos de Castiel expresaban ira, quizá por el hecho de haber perdido a su padre, o por el contrario, era mi presencia la que se le hacía incomoda. Es cierto que imposible asesinar a alguien cuando no estas en el cuarto, más aun, si haz decidido colgar tu arma del techo. El único método que un humano puede imaginar, es volver a la escena del crimen y bajar el alambre, asesinar al hombre, y volver a colocarlo en su lugar. Pero entonces, no se explicaría el hecho de que estuviese roto en las esquinas, ni que el alambre y la goma hubiesen aparecido en el cobertizo.
—— Si tiras desde una buena distancia, no hay necesidad de estar en la habitación —— Dije, sonriendo dulcemente.
—— El crimen se efectuó desde el cobertizo. Una cuerda sujetada a ambas gomas, se extendía hasta llegar al lugar y, si alguien jala desde allá, el alambre y las gomas viajarán hacia adelante, en este caso, al cuello de la víctima. —— Levanté una mano y señale al culpable, sin ninguna contemplación.
—— Violeta, querida. El jardinero dijo que te vio en el cobertizo unos minutos antes de que nos alertaras del asesinato. ——
—— ¡Está equivocado! —— Me gritó ella, llevando sus manos al pecho, presionando con fuerza lo que sería su corazón. Yo solo reí, había atrapado al culpable de un crimen a cuarto cerrado.
—— Luego de ver a tu padre salir de la fiesta, te dirigiste al cobertizo. Tomaste la cuerda que conectaba con las gomas y el alambre y tirarse de ella, cortando en seco el cuello de tu padre. Luego, desde tu lugar, jalaste de las mismas hasta sacarlas por la pequeña abertura sobre la pared de vidrio, ¿no es cierto? —— La muchacha no negó. —— Pero, no pensaste que una de las gomas se engancharía y quedaría en el cuarto, mientras tu arrastrabas la otra al cobertizo. Por eso los extremos están rotos y desgastados ¿me equivoco? —— No hubo respuesta —— Así fue como se llevó a cabo el asesinato. No tuvo necesidad de entrar en el cuarto ——
El culpable había sido encontrado Violeta sonrió
Pero, les dice un secreto. El detective paso por algo un pequeño y muy importante detalle. Tirado junto a la puerta de la habitación, había un clic de papelería medio abierto. Y, algo más, recuerdan -la abertura del vidrio era tan pequeña que solo permitiría el pasaje de un alambre- entonces ¿Cómo es que las gomas pudieron pasar a través de ella?
En verdad... ¿Ese fue el método que el asesino utilizó?
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