miércoles, 27 de noviembre de 2013


En mis sueños mis parpados parecían tintinear con nerviosismo. En mi rostro una luz molestaba mis ilusiones de felicidad. Que fastidioso. Acerqué mi cuerpo a un lado de la cama, intentando por medios humanos alejarme de ese fastidioso brillo en mi cara. ▬Oswald es hora de levantarteAbrí mis ojos molesto, aun en la mañana, la voz de la criatura más odiosa en el universo me llegaba simulando cariño. Le miré un segundo, con expresión serena y tranquila, intentando que su boca no dijese nada más allá de lo estrictamente necesario. El hizo un simple movimiento, dando un portazo de descontento. Que idiota▬  Bufé

Salí de mi cuarto, sin siquiera ponerme la camina, seguramente la servidumbre haría el escándalo de siempre al verme en estás condiciones. Respiré profundo, mostrando lo ansioso de mi cuerpo. El hecho de poder ver sus rostros sonrojados es algo que hace a mis estímulos salir a flote. Si tuviera la oportunidad, seguramente podría hacerles sentir realmente bien. Reí ante mi pensamiento de idiota. Creer que es tan fácil hacer que una mujer muestre esas caras insulsas, aunque a mi parecer, prefiero los rostros que solo yo soy capaz de manipular.

Después de caminar, senté mi cuerpo en una silla; apoyando una mano en la mesa, poniendo mis pies sobre la misma, mostrando mi constante descontento por haber sido levantado a una hora tan anti-oswald. ¿Qué hora es?▬ 
Pregunté. Cerrando los ojos, cansado, fastidiado, y seguro de quien vendría a responder a mi pregunta. Quiero desaparecer. 
Ya es tarde, deberías prepararteSuspiré. Esté hombre debe suponer que no recuerdo que día es hoy. Lo sé mejor que nadie, mi corazón ha permanecido inquieto desde que he oído de su existencia. La excitación de ser capaz de tocar el liquido del que muchos temen. ¡Ah! Que divertido.

Me levanté de la silla en un movimiento violento. Si yo no iba pronto, sería demasiado tarde para mi pobre corazón. Di unos pasos lejos de la mesa, escuchando las voces escandalizadas de las sirvientas de mi padre. Aludían para retenerme, que aun era temprano, que tenía tiempo, que debía comer. Pero nada más insignificante ante mis ojos. Abrí la puerta con la misma ira de antes, y comencé a caminar hacia donde el lugar de mi felicidad se encontraba. No resistiré demasiado

Paso a paso mi cuerpo se inquietaba más, emocionado, corrí. Las personas en las calles parecían nerviosas, alegres, diferentes entre sí. Aunque mi atención no podría verse más agena a todo aquello. Mis intereses iban más allá de prestar la debida atención a los que me rodeaban.





















Forbidden Love


Un sueño ajeno a todo lo demás. Imaginaciones mías, locuras que pasaron sin necesidad. Tan real habría sido, tanto que fui capaz de sentir su cuerpo junto al mío, diciendo palabras que de mi boca jamás saldrían, teniendo en mi pecho sus lágrimas, rozando dulcemente sus pequeños labios.
He sido victima de un sueño extraño, he visto rostros que no recuerdo conocer. He sido capaz de inventar situaciones en las que seguramente jamás estuve, y que jamás estaré.
Vi en mis sueños una rosa, una que no tenía ninguna espina. Una flor dulce, siendo obligada a mostrar el filo que no tenía. La he visto caer, le he visto levantarse. He sentido sus pétalos rozarme con dulzura, mostrando en caricias palabras que sus labios no me decían. Sentí, sin conocerle, que esa rosa debía ser mía, que nadie más que yo tendría derecho a tomarle. Desee cortarla, desee acabar con su vida. Pero más no pude estar equivocado, que al tiempo quise protegerla. Pensé al principio en mi simple egoísmo; ser propietario de su cuerpo, de su alma, era lo único que pasaba por mi mente. Más así, no fui capaz de darme cuenta, que me hice dueño de su corazón. Que deje a aquella rosa tomarme como objeto, deje a aquella rosa ser dueña de mis muecas, controlar mi cuerpo a voluntad. Hasta el punto que caí ante ella.
Esa rosa era única, era mía, solo mía. Tenía que protegerla, alejar a quien desease hacerle daño. Intenté dar mi vida, cuidarla, pero al fin y al cabo, fue cortada. Pero algo fue diferente, el rojo que antes era de ella, veía su tintura sobre mi, cubriendo en totalidad mi cuerpo, diciendo en leves susurros "duerme, cierra tus ojos"
Sentí un peso sobre mi, sentí resbalar lágrimas en mi piel, oí su voz, su dulce voz. Mi tierna rosa sonreía, no, ella lloraba. Decía mi nombre en poca voz, quise detenerle, gritar que no llore. Pero en medio sueño, desperté. Envuelto en un suelo de metal, llegué a verle, mi rosa estaba allí. Inalcanzable, irreconocible. Me vi rodeado nuevamente entre sus pétalos, perdí, volví a caer. Desperté. En dos sueños la conocí, en dos sueños la ame, en dos sueños intenté hacerme a su lado, pero no lo logré. Perdí, volví a perder. 
Atado me veo ahora, por hilos que no me dejan recortarle. Deseo ver el rostro de mi rosa. Decirle que le amo, decirle que le amo.